Trabajo y familia siempre han provocado un grado de incompatibilidad. Yo siempre defiendo lo mismo, nunca seré feliz en mi trabajo si no disfruto de mi familia y no podré ser totalmente feliz con mi familia si en mi trabajo no estoy satisfecho y me siento realizado.
Desde la empresa se puede hacer algo muy sencillo. Probar, eso no hace daños a nadie.
Tenemos que cambiar la mentalidad, no es necesario sacrificar a la familia para conseguir nuestros logros laborales. Eso es un mito que existe para el empresario, pero que lo sufren millones de empleados.
Yo animo a las empresas a que cojan a sus empleados, los pongan a jornada continua y midan su rendimiento y lo comparen con la etapa anterior. Podríamos hablar de multitud de indicadores que reforzarían ese sistema, pero solo con decir que serían más felices, creo que es suficiente.
Trabajando 8 horas seguidas, me quedan 16 para disfrutar de mi familia y de mi mismo. Os aseguro que eso se ve reflejado en mi trabajo.
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